Una convivencia serena con un perro o un gato no es fruto de la improvisación, sino que debe gestionarse con conciencia y con conocimientos específicos.
Las mayores dificultades las representa saber comunicarse con el animal , entendiendo por ello tanto comprender sus actitudes como hacerle comprender nuestras intenciones.
La administración de alimentos puede ser una buena oportunidad para iniciar o continuar el diálogo con tu mascota.
Por tanto, no es arriesgado definirlo como uno de los medios de comunicación más válidos que tenemos con respecto a las mascotas y otras especies animales.
Evidentemente, las finalidades principales de la alimentación son diferentes pero no menos importantes, y consisten en mantener al animal en buenas condiciones de salud el mayor tiempo posible.
Finalmente, no deben olvidarse las posibles repercusiones positivas para el hombre mismo : la administración de alimentos puede ser una herramienta útil para empoderar a los niños y una ocupación gratificante para los ancianos.
Para todos puede ser un momento importante de educación alimentaria , cuyas reglas básicas son válidas tanto en el ámbito humano como animal.
¿Cuáles son las reglas de una nutrición adecuada?
Esto último se puede resumir en pocas palabras: proporcionar un conjunto de alimentos que sea capaz de cubrir , cualitativa y cuantitativamente, las necesidades nutricionales del individuo.
Actualmente son bien conocidos, pero con frecuencia se ignoran por varias razones:
- falta de conocimiento del valor nutricional de los alimentos;
- tendencia a asimilar la mascota, especialmente el perro, al hombre;
- excesiva condescendencia hacia el animal.
Desde un punto de vista cualitativo, se puede lograr una correcta alimentación mediante el uso de un alimento completo preenvasado en latas o seco, o una ración casera.
La administración de cantidades adecuadas , proporcionadas al tamaño y actividad del animal, es un objetivo a alcanzar con la ayuda del veterinario y mediante el control periódico del peso.
La gran mayoría de los propietarios están convencidos de que están alimentando de forma óptima a sus mascotas: la incidencia de patologías de origen alimentario demuestra todo lo contrario.
Pero ojo con los errores dietéticos : un caso típico y frecuente lo representa la obesidad.
Un viejo adagio popular sostenía que “el ojo del amo engorda al ternero”; en el caso de las mascotas es más bien la mano del dueño la que administra cantidades exageradas de alimentos o manjares , mientras el ojo se acostumbra al tamaño progresivamente creciente del sujeto.