Aunque no es posible tener una certeza de cómo irá la convivencia entre perro y gato, no obstante se pueden tomar algunas precauciones , que son útiles para que la convivencia entre ambos animales sea lo más serena posible.
Convivencia entre perro y gato: ¿qué precauciones seguir?
En primer lugar, hay que acostumbrarlos a la presencia del otro poco a poco . A la hora de introducir un segundo animal en una casa donde ya vive otro, es recomendable «introducirlo» de forma progresiva y no de repente .
En la práctica, el recién llegado debe mantenerse aislado en una habitación durante unos días para que se instale en su nuevo hogar y el otro se acostumbre a su presencia sólo a través del olor.
Al cabo de unos días podrás pasar al siguiente nivel : se abrirá una puerta dejando solo una pequeña rendija abierta por la que se pueden ver los animales sin que puedan atacarse unos a otros.
Después de que estén bien acostumbrados a la presencia del otro sin mostrar signos de impaciencia o agresión, puedes reunirlos.
En cualquier caso, las primeras reuniones deben realizarse siempre bajo la supervisión del propietario.
¡Cuidado con gestionar el momento de los mimos y la comida del bebé!
También es fundamental gestionar correctamente los recursos que son importantes para los animales (y por tanto pueden ser motivo de riñas): la alimentación, los juegos, los espacios, la relación con el propietario y la interacción con otros animales.
No obstante, es recomendable insertar algún nuevo acceso a los estantes superiores (estantes, repisas) para que el gato pueda observar desde arriba al recién llegado, y escapar sin temer un contacto forzado.
En cuanto al tema de la comida, hay que evitar que uno se acerque a la comida del otro , separando así el rincón de la comida del perro del rincón de la comida del gato.
En cuanto a la relación con el dueño y los posibles «celos» , hay que mimar al perro y al gato por separado, sobre todo al principio, para evitar enfrentamientos.
Convivencia entre perro y gato, ¿conclusiones?
La peor hipótesis que se puede dar es que el perro identifique una posible “presa” en el gato, el cual, ante su presencia, tiende a huir y emitir vocalizaciones. En estos casos la posibilidad de una coexistencia pacífica es bastante improbable.
Es importante considerar que las reacciones de los perros y gatos ante los recién llegados son siempre subjetivas, no existen reglas absolutas .
Depende de la edad, la experiencia-competencia del perro o gato presente y los niveles de socialización de ambos.
Por lo tanto, si desea incluir tanto a perros como a gatos en su contexto familiar, es importante proceder con cautela e informarse consultando a su veterinario o a un experto en comportamiento animal que podrá evaluar el riesgo y si y cómo intentar la convivencia. .