El requerimiento energético es, por definición, la cantidad de energía necesaria para la vida y la actividad normal de un organismo.
La energía es el combustible del motor animal que la obtiene «quemando» proteínas, grasas y carbohidratos; el rendimiento energético de cada uno de ellos es diferente: los más eficientes son las grasas, seguidas de las proteínas y los hidratos de carbono; Los minerales y las vitaminas no proporcionan energía.
Si la energía es insuficiente, el animal «se come a sí mismo» y por lo tanto pierde peso; si excede los requerimientos, se almacena en forma de grasa y por lo tanto se produce el engorde.
LAS NECESIDADES ENERGÉTICAS DEL PERRO
La vida de los animales es posible gracias a las transformaciones de la energía química contenida en los nutrientes orgánicos: proteínas, lípidos, carbohidratos.
Toma la forma de varias formas: energía térmica , que se manifiesta en forma de calor, energía mecánica , que se expresa en forma de trabajo muscular, energía química de producción animal (leche, carne, grasa, etc.), energía eléctrica energía que, en cantidades muy limitadas, al trabajo muscular y secreciones.
Sólo una parte de la energía suministrada es utilizada por el animal, el resto se pierde con el estiércol y el trabajo digestivo, la primera recibe el nombre de energía metabolizable (EM).
Mientras que las cantidades de energía bruta son siempre las mismas, las de EM pueden variar según la digestibilidad de los nutrientes y, por tanto, ser superiores o inferiores a las indicadas según la digestibilidad sea respectivamente inferior o superior.
Se han realizado numerosos estudios para establecer las necesidades calóricas básicas (o requerimientos energéticos diarios) de las distintas especies.
La importancia del peso corporal fue inmediatamente evidente, pero no se tardó en comprender que, por sí solo, no podía constituir un parámetro válido. La dispersión del calor producido por los organismos vivos es, de hecho, funcional a su superficie, más que a su peso.
Determinar los requerimientos energéticos no es fácil, pero es fundamental porque influye en la cantidad de alimento ingerido y por tanto en la de otros nutrientes.
El requerimiento energético basal está representado por la cantidad de energía consumida por un individuo que no se mueve, en ayunas y en condiciones termoneutrales. Representa el valor mínimo de energía compatible con la vida.
Su importancia es relevante desde un punto de vista conceptual, pero escasa desde un punto de vista práctico.
LA NECESIDAD ENERGÉTICA PARA EL MANTENIMIENTO
El valor de referencia utilizado actualmente en alimentación es el relativo al requerimiento energético de mantenimiento , que expresa la cantidad de energía consumida por un animal adulto, con actividad física moderada, en condiciones termoneutrales.
Se estima que el requerimiento de energía de mantenimiento de los perros, en promedio, es el doble de la línea de base, pero esta evaluación ha sido cuestionada recientemente.
La determinación del requerimiento energético de mantenimiento, junto con la del contenido energético de los alimentos, representa la piedra angular del racionamiento.
En el perro, las variables que pueden modificar el requerimiento de mantenimiento son numerosas y de gran relevancia, por lo que su evaluación se vuelve indispensable para poder proceder a una correcta estimación del requerimiento. De hecho, se verá cómo, según el caso, uno puede tener necesidades energéticas muy diferentes.
Las variaciones de peso de los perros, por ejemplo, oscilan entre 1 kg y 100 kg; el pelaje puede ser largo y espeso o casi inexistente; la naturaleza y, en consecuencia, la actividad física espontánea son muy diferentes. Tampoco hay que olvidar la influencia del estilo de vida impuesto al animal.
¿CUÁLES SON LOS FACTORES QUE INFLUYEN EN LA NECESIDAD ENERGÉTICA PARA EL MANTENIMIENTO?
Las principales variables a considerar son las siguientes:
– la temperatura ambiente
Los organismos animales disfrutan de un mayor bienestar cuando viven en un ambiente con una temperatura ligeramente por debajo de la zona de neutralidad térmica, porque tienen mayor dificultad para luchar contra el calor que contra el frío.
El perro reacciona a la exposición prolongada al frío aumentando el tejido adiposo subcutáneo y la longitud del pelaje. La zona de neutralidad térmica de los perros de pelo corto es de unos 25 °C, la de los perros de pelo grueso de unos 14 °C;
– trabajo digestivo
La nutrición afecta el requerimiento de mantenimiento ya que implica un gasto energético debido a la toma y masticación de los alimentos, así como a su digestión y metabolización.
– el temperamento
Este último influye en la entidad del movimiento, con el consiguiente gasto energético, que, en determinados individuos, puede ser importante.
Obviamente por movimiento entendemos el espontáneo, realizado por el animal en su entorno e incluyendo el inducido por estímulos ambientales (ruidos, compañía de otros animales, visión de personas, animales o cosas, etc.).
Implica un aumento de los requerimientos energéticos del 10 al 40%, dependiendo del temperamento de la raza y de los individuos.
La práctica requiere sistemas simples que sean rápidos de aplicar. Por lo tanto, una sola ecuación representaría la solución óptima. Actualmente, sin embargo, al utilizar cualquiera de las ecuaciones reportadas en la literatura existe el riesgo de cometer errores.
El número creciente de sujetos obesos (30 – 40% de la población) es la confirmación de los muchos errores cometidos en el racionamiento y las responsabilidades no son solo de los propietarios que son demasiado condescendientes con sus animales o que no están muy atentos a las dosis. !
Es importante consultar siempre a su veterinario antes de realizar cualquier cambio en la dieta de su perro.