El perro rastreador o perro de detección es un perro de trabajo que está entrenado para usar su sentido del olfato para buscar no solo personas sino también drogas, materiales de contrabando, explosivos, personas, animales, pero sobre todo para hacer frente a situaciones en las que solo la intervención humana y el uso de maquinaria no son suficientes. Hoy vamos a echar un vistazo más de cerca a los perros rastreadores que se utilizan para buscar personas.
Perro rastreador para búsqueda de personas
Los perros rastreadores para la búsqueda de personas desaparecidas, delincuentes o cadáveres son ya una figura consolidada en muchos países.
A esta categoría de perros pertenecen los famosos «perros de escombros» y «perros de avalancha», que desempeñan un papel importante todos los días en el rescate de personas desaparecidas tras terremotos, incendios o avalanchas.
Todo esto es posible porque los perros son capaces de identificar el olor de una persona concreta incluso cuando este se mezcla con el olor de varios individuos muy parecidos (incluso son capaces de distinguir el olor diferente de los gemelos), o de otras sustancias presentes en el ambiente.
Búsqueda de cadáveres: una tarea difícil para el perro
En lo que se refiere a la búsqueda de cadáveres , en las últimas décadas las tecnologías puestas a disposición de la Policía del Estado para localizar restos humanos (aviones con detectores de infrarrojos, radar capaz de penetrar el suelo, sensores electromagnéticos y sensores biológicos) han tenido muy poco éxito y , a pesar de una larga investigación, aún no se han producido herramientas realmente efectivas. Actualmente, el perro de búsqueda es el medio más fiable para llevar a cabo esta indispensable labor.
En este caso concreto, el perro rastreador siempre debe ser «guiado» por el hombre, quien proporciona la huella del olor que el perro deberá seguir, y lo acompaña durante la búsqueda hasta la zona del plausible hallazgo, lo cual será oportunamente comunicado con una señal del animal.
La búsqueda de cadáveres es una tarea caracterizada por muchas dificultades , en primer lugar porque el tiempo transcurrido desde el fallecimiento puede ser significativo con la consecuente presencia de un avanzado estado de descomposición del cuerpo, favorecido por las adversas condiciones climáticas.
Estos últimos suelen determinar también los obstáculos físicos que se interponen entre el perro y el propio cadáver: capas de barro, escombros, tierra, agua, etc. Además, existe la posibilidad de que el cuerpo haya sido alterado por quemaduras o productos químicos, lo que da lugar a la presencia de muchos olores que el perro debe ser capaz de reconocer y evaluar.
Luego hay un problema de carácter emocional-psicológico que no debe ser subestimado en circunstancias tan trágicas, que no atañe sólo al hombre, sino también al perro, ya que éste se da cuenta de que ha encontrado personas fallecidas.