El frío y otras condiciones climáticas adversas son factores ambientales que influyen en las necesidades nutricionales de una persona que también está sometida a actividad física o que vive en habitaciones sin calefacción. Para establecer una correcta alimentación durante el invierno es importante evaluar el entorno en el que vive el animal.
Los animales que viven en ambientes cálidos , sin temer al frío ni a la necesidad de ir en busca de alimento, no necesitan ningún aumento del aporte calórico en la ración diaria de comida.
En los animales homeotérmicos, que mantienen constante la temperatura corporal independientemente de la temperatura ambiente, el descenso de ésta conduce al aprovechamiento de las reservas de grasa corporal.
En las personas que viven en el interior , los radiadores encendidos tienen un clima primaveral y, por lo tanto, no necesitan tales cambios en la dieta .
Por otro lado, el requerimiento de energía debe ser reevaluado para perros que viven en habitaciones sin calefacción incluso en invierno.
Mientras que las altas temperaturas aumentan el trabajo físico y la dispersión de los líquidos, por el contrario las bajas temperaturas aumentan la demanda de energía para mantener la temperatura interna.
El estrés psicofísico aumenta la temperatura y la frecuencia respiratoria con una mayor demanda de energía, agua y electrolitos.
En sujetos en los que el evento estresante es de carácter psicológico (perro guardián, perro guía o perro policía) es posible encontrar una disminución del apetito frente a los casos en los que los animales están sometidos a estrés físico y necesitan una dieta que aporte más calorías que el mantenimiento.
Por ello, es necesaria una dieta digerible, nutritiva y muy apetecible .