En casa siempre hay que prestar atención a los alimentos que pueden convertirse en auténticos venenos en la despensa.
La palatabilidad, concepto que gira principalmente en torno a las propiedades sensoriales del alimento, es decir, su sabor, olor y textura, es un requisito fundamental en la producción industrial de alimentos para mascotas.
Esto se puede atribuir no solo a la importancia de una ingesta adecuada de alimentos para satisfacer las necesidades nutricionales y para el correcto manejo terapéutico de numerosas patologías, sino también a las implicaciones económicas, dictadas por la necesidad de gratificación del propietario, en las comparaciones de la dieta ofrecida a su mascota. , cuya palatabilidad, por tanto, constituye un parámetro importante para su compra.
También debemos considerar que algunos alimentos de uso común en la cocina pueden ser dañinos y tóxicos para los perros : algunos ejemplos los dan las sultanas, las cebollas, los dulces y el café.
Se sabe que los alcaloides naturales del chocolate pueden ser letales en cachorros y dar síntomas de intoxicación en adultos dependiendo de este alimento y del peso del perro.
A las pocas horas de la ingestión se presentan vómitos, diarrea, hiperreactividad, taquicardia, temblores, dificultad para respirar, crisis convulsivas, pérdida del conocimiento hasta los casos más graves, coma y muerte.
Las uvas , frescas o como frutos secos o vino, son tóxicas para los perros. Las cantidades ingeridas varían según los estudios, pero una cantidad igual a 10 g/kg sería suficiente para provocar la aparición de los primeros síntomas.
Clínicamente, la intoxicación se manifiesta inicialmente con polidipsia y síntomas gastrointestinales (primero vómitos, luego diarrea) y posteriormente con anorexia, letargo, deshidratación y anuria.
Los alimentos aliáceos, incluidos el ajo, la cebolla, los chalotes, las cebolletas y los puerros, contienen una sustancia hemolítica que puede causar sangrado o anemia.
En las cebollas, el disulfuro de n-propilo actúa sobre los glóbulos rojos, debilitándolos y promoviendo su descomposición. El perro carece de las enzimas para digerir este compuesto causando anemia hemolítica que puede ser fatal.
Estos alimentos también se digieren mal y causan gases y calambres abdominales. Además, el daño que provoca la cebolla es acumulativo: pequeños bocados de vez en cuando pueden ser más peligrosos.
Los síntomas que pueden aparecer entre 1 y 4 días después de la ingestión son: vómitos, diarrea y orina de color oscuro.
En caramelos y chicles, la presencia de xilitol como edulcorante provoca un descenso de los niveles de glucosa si se ingiere en grandes cantidades.
Resultando en depresión del sistema nervioso central, pérdida de coordinación y espasmos dentro de los treinta minutos posteriores a su ingestión.
La conciencia de que una correcta alimentación garantiza el bienestar de las mascotas es tan importante como la prevención y los controles periódicos de salud.
Por un lado está la demanda de alimentos seguros y cualitativamente adecuados desde el punto de vista de la salud y de la especie, por otro lado está la tendencia a una «antropomorfización» de la mascota y los criterios y elecciones típicas de la alimentación humana que pueden resultan ser muy dañinas en esta especie.