El término inteligencia proviene del latín: del adverbio “ intus ”: dentro, y del verbo “ legere ” que significa leer, comprender. Por tanto, etimológicamente, el término inteligencia significa la capacidad de entender y comprender mensajes que van más allá de la evidencia.
A lo largo de los años, muchos investigadores han realizado múltiples estudios para intentar dar una definición exhaustiva. Aunque no todos los académicos están de acuerdo, la mayoría está de acuerdo en definir la inteligencia como la capacidad de producir un comportamiento adaptativo y funcional para lograr una meta.
PERROS Y GATOS : ¿QUÉ TIPO DE INTELIGENCIA TIENEN ?
El psicólogo estadounidense Howard Gardner, principal representante de la teoría de las inteligencias múltiples, logró identificar nueve tipos diferentes de inteligencia: la inteligencia lingüístico-verbal; lógica matemática; visoespacial; musical; interpersonales; intrapersonal; corporal-cinestésico, naturalista y existencial.
Gracias a cada uno de estos, el hombre tiene la capacidad de resolver problemas o producir comportamientos lógicos en situaciones ambientales particulares. Según el estudioso, algunas formas como la inteligencia espacial, kinestésica, interpersonal y lingüística también son poseídas por el perro. Esto explicaría ciertos comportamientos lógicos, el aprendizaje más o menos rápido en las distintas materias y también la predisposición a determinadas tareas.
El psicólogo Stanley Coren, autor de numerosos textos sobre la inteligencia de los perros, relaciona los comportamientos inteligentes de los perros con la larga convivencia con el hombre. Para Coren, la inteligencia canina se puede dividir en tres categorías: la instintiva (presente desde el nacimiento), la adaptativa y la trabajadora u obediente. También existe otro nivel de inteligencia en los perros: su capacidad para hacerse entender y entendernos.
La inteligencia del perro es colaborativa : le encantan los juegos en equipo y cuando se enfrenta a un problema que resolver, suele pedir ayuda a los humanos. Por eso, para estimularlo a resolver problemas, es recomendable utilizar juegos de activación mental desde que es un cachorro. También es útil enseñarle el juego de la «búsqueda», que consiste en esconder un bocado y luego invitar a la mascota a buscarlo. Este tipo de juego facilita la exploración y el ejercicio olfativo.
El juego es una actividad que tiene un importante valor educativo , ya que permite que la mascota aprenda cosas nuevas mientras se divierte. La activación mental, la investigación y los juegos colaborativos son especialmente adecuados y recomendables, ya que permiten al perro desarrollar mejor sus cualidades, en términos de integración social.
Sin embargo, es recomendable no dejar siempre a disposición del animal juegos de activación mental, sino utilizarlos sólo cuando el dueño tenga la oportunidad de dedicarse a la actividad lúdica.
El cerebro es un órgano plástico en constante evolución que logra adaptarse a las circunstancias y evolucionar . En la práctica, la materia gris puede encogerse o crecer, y pueden establecerse y perfeccionarse nuevas conexiones neuronales, o debilitarse o dañarse otras. Estos cambios son especialmente evidentes en sujetos de edad avanzada o que viven en ambientes hipoestimulantes. Por lo tanto, incluso los perros si son estimulados desde cachorros, logran lograr resultados sorprendentes incluso en la resolución de problemas por sí mismos.
… ¿ Y EN EL GATO?
La inteligencia del gato, que tiene una excelente curiosidad exploratoria, es experta en resolver problemas. El gato es un virtuoso de la heurística: es decir, es capaz de resolver problemas sin la ayuda de nadie, gracias también a su naturaleza depredadora. De hecho, es un solista al que le encanta experimentar y resolver situaciones difíciles, sin la ayuda de nadie. Cuanto más capaz sea un gato de usar sus habilidades físicas y mentales, más inteligente será: el entorno en el que crece y vive, por lo tanto, será relevante para el desarrollo de algunas de sus habilidades. Un gato urbano tendrá una inteligencia comunicativa más desarrollada que un gato salvaje, que en cambio tendrá mayores habilidades depredadoras, habiendo tenido que dotarse de un repertorio de estrategias de caza para conseguir alimento.