La relación que se crea entre el perro y el niño representa algo único e indescriptible. Ciertamente, la convivencia entre el perro y el niño es una experiencia preciosa para ambos y, por tanto, esta oportunidad, que no todo el mundo tiene, debe ser aprovechada de la mejor manera posible.
Hay que enseñar al niño a relacionarse correctamente con el perro
Ciertamente, para que esto suceda, se requiere un gran compromiso y sentido de responsabilidad por parte de los padres del niño. El padre tendrá que enseñarle al niño cómo interactuar con el perro y cómo jugar con él.
Se debe educar al niño para que se relacione correctamente con el animal: no sorprenda al animal dormido ni toque sus cosas ni invada su espacio crítico y si es lo suficientemente grande, no debe ir directamente hacia el perro sino aprender a llamarlo. sí mismo.
En general, es importante no dejar a un niño (especialmente hasta los 6 años) solo con un perro y no dejarlo jugar solo o si no está a la vista de un adulto.
En este sentido, podrían ser útiles cursos específicos para padres organizados por el médico veterinario del comportamiento , un poco como las clases de cachorros para nuevos dueños de mascotas.
¿Qué pasa si el perro es un adulto?
Sin embargo, muchos perros son adoptados en la edad adulta y, en ocasiones, presentan problemas particulares. En esos casos, la ayuda de un experto será absolutamente necesaria para comprender si se dan las condiciones para garantizar una convivencia pacífica entre la mascota y el niño .
Ciertos comportamientos, propios de los niños, como gatear, correr, jugar con una pelota, podrían dar lugar a algunos comportamientos depredadores en perros poco socializados.
Por otro lado, incluso los perros bien socializados adoptados por adultos pueden molestarse por peleas, por cambios repentinos en el sistema familiar debido a la entrada de un nuevo miembro de la familia , ya sea un animal o incluso una persona, por compartir algunos recursos como como la comida o los juegos, por la exuberancia, la excesiva invasividad y la demasiada atención que recibe el niño que puede perturbarlo cuando duerme, descansa o come.
Reserva al perro un espacio de paz y relax
Es importante, si es posible, reservarle al perro un lugar donde pueda descansar en paz, sin que el niño lo moleste , para evitar estrés innecesario.
Para facilitar la convivencia entre el niño y el perro es necesario enseñar al animal, desde que es cachorro, las órdenes básicas como “ven”, “sientate”, “quieto”, “no” y “vete”.
Será útil instruir al propietario para que utilice juegos adecuados a la personalidad del perro, para facilitar la relación entre la mascota y el niño.
Será mejor evitar los juegos competitivos como los tirones, que podrían llevar al perro a conformarse con tomar con la boca y desgarrar, mientras que se recomiendan todos los juegos colaborativos, de activación mental y de investigación a través de los cuales tanto la mascota como el niño puedan adquirir útiles habilidades para su desarrollo cognitivo.
Tomado de: «La convivencia entre perro y niño» de Irene Cassi – La Semana Veterinaria