¿Cómo lidiar con el perro que ladra ? El comportamiento de vigilancia es innato en la especie canina, por lo que es imposible evitar que los perros ladren . Razón por la cual es mejor tratar de limitarlos o controlarlos.
Por otro lado, algunos propietarios realizan un refuerzo inconsciente de la conducta de ladrido , aumentando su nivel de vigilancia ante la llegada de extraños, aspecto muy bien percibido por el perro.
Este aumento del nivel de vigilancia está, según los casos, ligado a representaciones negativas de los propietarios sobre la llegada de extraños o a una anticipación negativa ligada precisamente al ladrido del perro y sus consecuencias (quejas de los vecinos, despertares del dormir, etc.).
Cuando el perro ladra en la puerta de entrada (o en la puerta del jardín), el método a seguir es acercarse a él, sin hablar y sin mirarlo.
La ausencia de comunicación por parte del dueño es fundamental: cualquier palabra incitaría al perro a seguir ladrando.
Por lo tanto, debe pararse frente a la puerta durante unos segundos, para mostrarle al perro su interés por lo que sucede afuera, y luego lentamente darse la vuelta y volver a casa sin hablar con el perro.
El propietario le demostró entonces al animal que podía asegurar la protección y que no había ningún problema.
Una vez terminada la secuencia, el dueño puede llamar cortésmente al perro pidiéndole que venga a acariciarlo mientras felicita su voz.
El contexto que previamente desencadenó la molestia mutua se convierte en una fuente posible y deseable de intercambios positivos.
Desviar la atención del perro es fundamental
Otra posibilidad para evitar los molestos ladridos es recurrir a un estímulo disruptivo al inicio de la ejecución de la secuencia, con el fin de bloquear al perro en su impulso y redirigirlo hacia el amo.
Un estímulo disruptivo es un estímulo sin una relación funcional con la secuencia conductual en curso: la interrumpe y provoca una conducta de espera.
Para llamar la atención del perro tan pronto como comience a ladrar, puede usar un sonido lo suficientemente fuerte (bocina) o uno que el animal aprecie (juguete chirriador).
Luego debe animar al animal a que se acerque a él, para darle una recompensa que le guste especialmente (merienda, caza).